Hambre emocional: Qué es y sugerencias para afrontarlo
A veces puede sucedernos que aún habiendo comido un plato super completo en nutrientes y de buena cantidad, seguimos sintiendo hambre. No obstante, puede suceder que en realidad estén incidiendo factores psicológicos. Conocé más.
A veces puede sucedernos que aún habiendo comido un plato super completo en nutrientes y de buena cantidad, seguimos sintiendo hambre. Pero ¿Te pusiste a pensar alguna vez si esa sensación si se trata de hambre real o hambre emocional?
Para entender un poco mas, es bueno saber en qué se diferencia la sensación de apetito, del deseo emocional de comer algo. Así, tener apetito se refiere a la sensación natural del cuerpo cuando necesita nutrientes para funcionar correctamente. Está estrechamente relacionado con la sensación de hambre física, y está regulada por señales fisiológicas de tu cuerpo como tu nivel de glucemia, las hormonas del hambre – saciedad (como la grelina) y las horas de ayuno entre otros factores como tu digestión.
En cambio, el hambre emocional no está relacionada con una necesidad fisiológica de comer. Esta, generalmente se ve impulsada por factores psicológicos o emocionales, como la ansiedad, el estrés, aburrimiento o la tristeza que nos llevan a “llenar” un vacío difícil de explicar o utilizar a la comida como medio para evitar hablar ciertas cuestiones que nos cuestan expresar.
Así, es algo que no se siente en el estómago como un vacío físico, sino que suele ser un antojo intenso o un impulso por comer uno o varios alimentos específicos, generalmente aquellos reconfortantes o que tienen relación con nosotros por cuestiones emocionales. Por ejemplo, algo dulce como un chocolate o torta, sandwich de miga, pizza, la torta que hacía tu abuela, entre otras. De esta manera, lo que suele suceder es que hasta que no lo consumimos, nuestro cuerpo no deja de sentir esa necesidad.
Como consejo, creo que es importante saber escuchar nuestro cuerpo y poder diferencir, con práctica y paciencia, entre el apetito y el hambre emocional para tener una relación saludable con la comida. Se trata de escuchar las señales de hambre física, comer cuando sentimos el estómago vacío o luego de 4 horas mínimo, evitando el picoteo y optando por alimentos nutritivos.
Todo esto puede ayudar a satisfacer las necesidades nutricionales del cuerpo y asi poder descartar fácilmente cuando es hambre emocional. Por otro lado, es clave poder abordar las emociones y encontrar estrategias alternativas para manejar el estrés o ansiedad. La idea es controlar el hambre emocional para evitar comer en exceso o recurrir a alimentos poco saludables como una forma de consuelo o para tapar alguna situación difícil de expresar.
También es bueno saber que comer alimentos ricos en azúcar simple puede generar una sensación temporal de bienestar y placer, lo que lleva a buscar comida en momentos de malestar emocional.
Además, ciertos factores sociales y ambientales pueden contribuir al hambre emocional. La publicidad, la disponibilidad de alimentos poco saludables y los entornos estresantes pueden influir en las decisiones alimentarias y promover el consumo emocional de alimentos.
Opciones saludables para enfrentar el hambre emocional
Como herramienta para poder evitar la elección de alimentos ricos en azúcar que luego nos llevan a sentir mayor hambre emocional, te dejo algunos snacks que te pueden servir para calmar la ansiedad cuando las herramientas de reestructuración de pensamiento no hayan podido calmar ese deseo.
- Chocolate amargo 70% con 1 cuch de pasta de mani o de almendras
- 1 fruta con pasta de mani o almendras
- 1 fruta con chocolate amargo derretido
- Tronquitos de zanahoria o de pepino con hummus
- Omelette tropical (receta: @vikybaghini)
- Discos de arroz con palta o mayonesa casera
Como tip final: es bueno tomar agua fría cuando tengamos esa necesidad de hambre emocional. Esta nos calma y nos ayuda a repensar mejor las cosas y a hidratarnos.
Artículo publicado en Revista Ocio.